flor de la alegria |
La alegría es oración, el signo de nuestra generosidad, de nuestro desinterés y de nuestra unión íntima y continua con Dios.
Se trata de tocar a Cristo con alegría bajo la máscara de miseria, pues la alegría es el amor. La alegría es una oración, la alegría es una fuerza: Dios ama a aquel que da con alegría. Quien da con alegría da más. La mejor manera de mostrar nuestro agradecimiento a Dios y a los demás es aceptar todo con alegría. Un corazón alegre es el resultado normal de un corazón que arde de amor.
No utilicemos bombas ni cañones para vencer al mundo Utilicemos el amor y la compasión
La paz comienza con una sonrisa, sonriamos cinco veces al día a una persona a quien no tenemos verdadero deseo de sonreírle, hagámoslo por la paz Irradiemos la paz de Dios, encendamos su luz, apaguemos en el corazón del mundo, en el corazón de todo ser humano todo odio y amor de poder.
El sufrimiento en sí mismo no es nada. Pero el sufrimiento compartido con la pasión de Cristo es un don maravilloso. Es la manera en que el Padre demostró su amor por el mundo: dando a su hijo para que muera por nosotros. Si el sufrimiento es aceptado junto con la pasión de Cristo, es alegría. No olvidemos que La pasión de Cristo termina siempre con la alegría de la resurrección, de manera que cuando sintáis en vuestro corazón el sufrimiento, recordad que la resurrección debe seguirle, que la alegría pascual debe surgir Nunca os dejéis invadir por una tristeza que os haga olvidar la alegría de Cristo resucitado.
Todos esperamos el paraíso donde Dios se encuentra, y podemos empezar a vivirlo ahora. Pero ello implica amar como el ama, servir como el sirve, dar como el da, socorrer como el socorre.
Estar ceca de un enfermo, visitar a alguien, traerle una flor, es poca cosa, pero nunca es demasiado pequeña, es nuestro modo de poner en práctica nuestro amor por Cristo.
La oración es alegría… la oración es amor… la oración es paz… No es posible explicar la oración: Hay que hacer la experiencia. No es imposible. Dios da a quien pide: “Pedid y recibiréis”. Un Padre sabe lo que dar a sus hijos, ¡Cuánto más nuestro Padre celestial lo sabrá!.
Madre Teresa de Calcuta